¡¿Pero qué más se puede pedir?!

Como el apagón me encontró en un plató de Televisión Española comentando la actualidad de la mano de Javier Ruiz y como ahí nos quedamos desde las 12.30 hasta las 15, hablándole a casi nadie, tuve el raro privilegio de estar entre las personas más informadas de España durante esas dos primeras horas y media. Y como mi oficio es la comunicación de crisis y he estado asesorando en un buen número de ellas, puedo ofrecer criterio para constatar que el Gobierno tuvo un comportamiento casi impecable en lo que respecta a la gestión de la grave incidencia del pasado lunes.  

También sé que da igual lo que yo diga. Una vez que se ha asentado que el Gobierno no informó pronto, no importan las explicaciones que des. La opinión pública sentencia rápido y con pruebas endebles y no hay recurso posible a corto plazo. Aun así, no renuncio a defender que las cosas se hicieron bien, ante la habitual avalancha de críticas desmedidas de las derechas y los medios afines.  

El punto crítico para quienes, como Núñez Feijóo, hablan de un “apagón informativo”, está en que el presidente del Gobierno no compareció ante los medios hasta las seis de la tarde. Pues bien, conviene recordar lo que sucedió hasta entonces. Y también desde entonces. A los pocos minutos del apagón, Red Eléctrica, empresa con capital público y herramienta de gestión del suministro eléctrico, es decir, la voz autorizada de la Administración, ya estaba emitiendo una primera nota informativa con lo poco que sabía.

Defiendo que la comunicación del Gobierno fue buena, ante la habitual avalancha de críticas desmedidas de las derechas y los medios afines

A los sesenta minutos del incidente, Pedro Sánchez y las vicepresidentas Montero y Aagesen ya estaban en la sala de control de Red Eléctrica, es decir, en el centro mismo de gestión de la crisis. Otras autoridades fueron llegando. Hay muy pocas imágenes y ninguna voz del presidente, y ese es el único “pero” que podemos poner a la intervención del Gobierno durante esas horas. Haber visto y escuchado al presidente en esos momentos habría ayudado. Moncloa, no obstante, iba contando los movimientos según sucedían. Sánchez no solo estaba, sino que además se desplazó al centro mismo de la gestión. De manera inmediata se convocó el Consejo de Seguridad Nacional, que reunió en Moncloa a las tres de la tarde a todos los ministros y gestores civiles y militares responsables. Y al terminar la reunión, entonces sí, con algo de información aunque fuera aún poca, el presidente compareció antes los medios, para pedir prudencia, explicar en qué se estaba y no descartar ninguna hipótesis. 

Tal como comunicó Red Eléctrica en torno a las 14:30, es decir, dos horas después del apagón, ya empezaba a recuperarse la luz en Bilbao y San Sebastián y en algunos lugares del sur y, se dijo, en las próximas seis a nueve horas se recuperaría progresivamente en el resto de España. Así fue. No hubo incidentes graves en los hospitales ni en los aeropuertos, que cuentan con sus propios grupos electrógenos. Muchos sufrieron las consecuencias tristemente –los viajeros de tren y metro, y quienes se quedaron atrapados en un ascensor, un coche, o en tránsito hacia su casa–, pero el comportamiento del país fue ejemplar. También la coordinación de las autoridades: Marlaska tomó el control de la seguridad de las comunidades que lo solicitaron (casi todas), y Francia, Marruecos, Portugal y la Unión Europea contribuyeron como pudieron. España volvió a mostrarse como un país ejemplar, equilibrado y solidario en situaciones críticas.

El apagón vuelve a mostrar lo vulnerables que somos, nos recuerda que quizá no es mala idea comprar un transistor a pilas y nos obliga a revisar y prevenir mejor. Pero no es admisible la denuncia del “apagón informativo”. Menos lo es cuando quienes la ponen son los mismos que defienden al presidente desaparecido mientras más de doscientos valencianos morían ahogados. La comparación es sonrojante.

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