Todo para Estados Unidos

Julián Lobete Pastor

Trump no va a ceder en su pretensión de imponer aranceles y lograr todos los objetivos que se ha propuesto, aunque le diga a su protegida Meloni que está seguro de llegar a un acuerdo con la Unión Europea. Se refiere a “su acuerdo”, es decir, aquel en el que sus interlocutores se dobleguen hasta donde él quiera. 

Trump dice que todos llegarán a un acuerdo porque “tenemos lo que todos quieren”. ¿Qué es eso que todos quieren? La democracia, ser la primera potencia… No, a lo que se refiere el mandatario norteamericano es al dólar. 

El dólar, moneda de reserva

El dólar como moneda de reserva mundial  permite a Estados Unidos ser la primera potencia financiera del mundo. “El estatus de moneda de reserva del dólar produce a Estados Unidos tres principales beneficios”, explica Stephen Miran, asesor de Trump y autor de la Guía para la Reestructuración del Sistema Global de Comercio, uno de los fundamentos teóricos de la política de aranceles y de la creación de un nuevo sistema monetario, el Mar-A-Lago. 

"Ese estatus permite a Estados Unidos obtener préstamos más baratos, tener una moneda más fuerte y la extraterritorialidad financiera, lo que significa que Estados Unidos puede ejercer un control sobre las transacciones comerciales y financieras e imponer su voluntad en política exterior, destinada a debilitar a los enemigos, sin tener que movilizar un solo soldado. El estatus de moneda de reserva está íntimamente ligado a la seguridad nacional" sigue explicando Miran.

“Por cada dólar que mueven las transacciones de comercio exterior sobre las que recaen los aranceles, hay siete dólares de transacciones financieras y el billete verde es el protagonista del 80 por ciento de ellas”, comenta José Juan Ruiz en un artículo publicado en  Negocios de El País, el 13 de abril pasado, titulado “Impuestos del siglo XIX para billonarios del siglo XXI” . 

Un promedio diario de 2,9 billones de dólares es el volumen de transacciones internacionales realizadas en esa moneda, según el Banco de Pagos Internacionales. La mitad del comercio internacional se factura en dólares. Sin embargo, la ventaja más importante para Estados Unidos es que ser la potencia financiera mundial le permite tener una deuda exorbitante cifrada en 30 billones de dólares, en 2023, con una deuda por habitante que se ha doblado desde 2013, cuando era de 41.941 dólares por habitante; en 2023 fue de 90.797 dólares. 

La deuda, cuyo valor en 2025 es de 30,7 billones de dólares, se financia principalmente con los bonos del tesoro norteamericano. El valor mercado de bonos está  estimado en 46 billones de dólares. Japón es el mayor tenedor extranjero de bonos norteamericanos con más de un billón de dólares, seguido de China, con 759.000 millones de dólares, y el Reino Unido, con 723 millones de dólares. Según el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, la deuda total de ese país en manos extranjeras era en 2024 de 7,9 billones de dólares, es decir el 22,9 por ciento del total. Aunque se desconoce la cantidad exacta de bonos poseída por españoles, se cree que es una cantidad significativa. La inversión financiera española en Estados Unidos en 2024  fue de 116.800 millones de euros.

Los datos aportados indican que buena parte del excedente mundial, en parte ganado con sus exportaciones a Estados Unidos, se invierte en ese país, sosteniendo así su enorme deuda y su ejército. Además, Trump quiere que los norteamericanos, sobre todo los ricos, paguen menos impuestos, que pagaríamos el resto del mundo, entre otros mecanismos con unos aranceles elevados, como se explicará más adelante. 

Trump quiere que el dólar siga siendo moneda de reserva, pero –como señala Stephen Miran–, “recuperando parte de los beneficios que nuestras reservas aportan a nuestros socios comerciales", lo que equivale a disminuir la rentabilidad de los bonos, o a alargar su periodo, compartir más gastos de defensa y comprar nuevo armamento a Estados Unidos. Todos estos elementos, entre otros, son los que Trump pondrá encima de la mesa en la negociación con la Unión Europea. 

Sólo una acción decidida de los gobiernos y un gran movimiento cívico ciudadano puede terminar con la dictadura que se nos quiere imponer. En Estados Unidos ya se está organizando ese movimiento cívico; ¿para cuándo en Europa y en España en particular?

Que el mundo pague sus rebajas fiscales

En 2017, el gobierno de Trump aprobó una ley de rebajas fiscales llamada Ley de Recortes e Impuestos y Empleo (TCJA por sus siglas en inglés) cuyos efectos terminan en 2025, pero que el mandatario quiere prorrogar además de añadir otra serie de rebajas fiscales. 

Según un artículo publicado por Lori Robertson en Factcheck.org, titulado “La agenda de Trump: Impuestos”,  la reforma de 2017 costará al erario público estadounidense un total de 1,5 billones de dólares en diez años. El impacto de dicha reforma en los contribuyentes fue desigual. La institución Tax Policy Center ha calculado que si la reforma se extiende en 2025, alrededor del 75 por ciento de los hogares obtendrán un recorte en sus impuestos, y el 10 por ciento pagará más. Casi la mitad de los beneficios serán obtenidos por hogares que  ganan 450.000 dólares o más en 2027. 

Las reformas fiscales en Estados Unidos desde 1980 no han hecho sino aumentar las desigualdades como se demuestra en el libro de Emmanuel Saez y Gabriel Zucman titulado El Triunfo de la Injusticia. Basta con indicar que en 2019, después de la primera reforma impositiva de Trump, la renta media en el país fue de 75.000 dólares. El sector  inferior de los contribuyentes, un total de 122 millones de adultos trabajadores percibía de media 18.500 dólares, es decir cuatro veces menos que la media general. La clase media percibía 75.000 dólares (el 40 por ciento de la población adulta). La clase media alta, 22 millones de adultos, una media de 220.000 dólares y el 1% más ricos un media de 1,5 millones de dólares con grandes diferencias en ese sector compuesto por 2,4 millones de personas. 

Trump quiere prorrogar la TCJA en 2025, lo que supondrá un coste entre 4  y 4,6 billones de dólares en diez años; pero si la rebaja se extiende a otros impuestos como eliminar los impuestos a los beneficios del seguro social (un coste entre 1,2  y 1,8 billones de dólares), eliminar los impuestos a las propinas y a las horas extras entre otros, el coste total en una década puede llegar a entre 8 y 10 billones de dólares, según diversas estimaciones realizadas por el Committee for a Responsible Federal Budget, Tax Foundation, Tax Policy Center, Pen Wharton Budget Model, Congressional Budget Office, y Yale Budget Model. 

¿Quien pagará esos billones?  En buena parte los aranceles que Trump nos quiere imponer. 

Europa no se aprovecha de Estados Unidos

En la escalada de mentiras con la que Trump acompaña sus amenazas, llegó a decir que el déficit comercial  de Estados Unidos con Europa era de 370.000 millones de dólares, cifra falsa, incluso si se considera solo el comercio de bienes, y mucho más falsa si se tiene en cuenta el intercambio de servicios. 

En 2023, con datos de la Unión Europea (UE), esta tuvo un excedente a su favor de 157.000 millones de euros en bienes, pero en intercambio de servicios (cargas por el uso de propiedad intelectual, profesionales, técnicos, científicos, de telecomunicaciones e informáticos), la UE fue deficitaria en 109.000 millones de dólares respecto a Estados Unidos, es decir el excedente comercial favorable a la UE se redujo a 48.000 millones de dólares en 2023, una cantidad que será rápidamente absorbida por los aranceles. 

Todo ello sin considerar que buena parte de ese excedente puede haber acabado en Estados Unidos en forma de inversiones financieras, productivas o en bonos del Tesoro.  

Los ingresos de los aranceles

Según un análisis de Tax Policy Center publicado en el mismo artículo comentado de Factchecq, la propuesta de Trump de un arancel universal del 10 por ciento y un arancel del 60 por ciento en los productos chinos aumentaría los ingresos federales en un neto de 2,8 billones de dólares en 10 años, cantidad que aumentaría a 4,5 billones de dólares en 10 años si el arancel base es del 20 por ciento. No sabemos cuáles son los objetivos que se ha marcado el presidente en esta materia, pero hay que entender que estas cantidades son un mínimo. 

Trump lo quiere todo, o como dice Claudi Pérez en un artículo titulado ‘El cisne naranja’, “pretende usar una única flecha para múltiples dianas: reducir su multimillonario déficit fiscal, reindustrializar, recaudar miles de millones para no subir impuestos, devaluar el dólar sin elevar los tipos de interés y sin perder el estatus de divisa de referencia, la cuadratura del círculo”.

Todo ello a nuestra costa, la población del resto del mundo. No sólo quiere acabar con la democracia, no voy a recordar las múltiples muestras de ese objetivo, sino que quiere que seamos más pobres y más desiguales para que América sea más grande de nuevo. 

Ante este panorama, la respuesta de Europa, sus dirigentes y sus ciudadanos, es muy tibia en mi opinión. Parecemos más asustados que preparados para un enfrentamiento, cuando sólo una acción decidida de los gobiernos y un gran movimiento cívico ciudadano puede terminar con la dictadura que se nos quiere imponer. En Estados Unidos ya se está organizando ese movimiento cívico; ¿para cuándo en Europa y en España en particular?

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Julián Lobete Pastor es socio de infoLibre.

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