Congreso del PP
La vuelta de tuerca antiinmigración de Feijóo: de las "puertas abiertas" a la asimilación forzosa

En su programa electoral para las elecciones generales del 23 de julio de 2023, el único documento completo con contenido y propuestas políticas de la era Feijóo, el Partido Popular abordaba la cuestión migratoria, principalmente, desde un enfoque de seguridad, legalidad y cooperación internacional.
En él, el PP abogaba por un control firme de las fronteras para dificultar la inmigración ilegal, combatiendo “las mafias que trafican con personas”. En el centro de su ideario ya estaba, como ha estado siempre, el objetivo de evitar que “la inmigración irregular sea una puerta de entrada preferente”.
A pesar de ello, el primer programa nacional de Alberto Núñez Feijóo defendía una “inmigración legal, ordenada y vinculada al mercado laboral”. Hace apenas dos años, el PP se comprometía a intensificar la cooperación con los países de origen y tránsito, especialmente en África, para prevenir la inmigración irregular y promover oportunidades de desarrollo en los países de origen.
Su tesis oficial era vincular los flujos migratorios a las necesidades del mercado laboral. Una inmigración basada en criterios económicos y laborales, sin detallar modelos de cupos o sectores específicos. Planteamientos todos ellos que, sobre el papel, no son muy diferentes de los que ha venido defendiendo el Gobierno de Pedro Sánchez.
En este asunto, Feijóo optó en 2023 por ponerse debajo del paraguas europeo. Su propuesta era contribuir a la reforma del marco europeo de migraciones con el objetivo de desarrollar una “política europea común en materia de migración y asilo”, con mecanismos de reparto de responsabilidades entre los Estados miembros, en línea con los compromisos internacionales. Y enfatizaba la necesidad de evitar que países como España soportasen solos la presión migratoria por su situación geográfica.
Pacto Europeo
Tanto es así que el 10 de abril de 2024 los eurodiputados del PP español votaron favorablemente el nuevo Pacto Europeo de Migración y Asilo en el Parlamento Europeo, exactamente igual que los del PSOE. Los de Vox, en cambio, se opusieron.
No solo eso. El programa de 2023 comprometía a Feijóo a impulsar “políticas de integración que promuevan la convivencia, el respeto a los valores constitucionales y el cumplimiento de las leyes”, pero sin entrar en detalles sobre medidas concretas en este apartado. También rechazaba cualquier forma de “multiculturalismo excluyente” que pudiera generar sociedades paralelas o fracturadas, defendiendo un modelo de integración basado en la adhesión a valores comunes.
En materia de asilo y refugio, el PP se comprometía a “garantizar el derecho de asilo a quienes lo necesiten conforme a los tratados internacionales”. Aunque añadía el matiz de que el sistema debe estar “ordenado y sin abusos”, no concretaba ningún cambio en el sistema vigente en aquel momento.
Este planteamiento parece haber mutado. A la espera de conocer el contenido concreto de la ponencia política que su equipo someterá a debate en el próximo congreso del PP —el primero en ocho años con debate de contenidos—, Feijóo sí ha cambiado las palabras.
La frase “quien venga a aportar será un ciudadano más. Quien no cumpla con nuestros valores, tendrá que irse por donde ha venido”, dicha ahora por el líder del Partido Popular, representa un endurecimiento discursivo y un cambio de tono respecto al programa electoral de 2023, aunque el fondo ideológico mantenga elementos comunes.
Expulsión, confrontación y exclusión
Las propuestas de hace dos años tenían un tono general institucional, técnico, con énfasis en la legalidad, el orden y la contribución económica. Las expresiones de Feijóo en estos momentos condicionan la ciudadanía y la integración a la idea de “aportación”, pero sin aclarar si se refiere a empleo, fiscalidad, valores o integración cultural. Y ponen el énfasis en la expulsión, la confrontación y la exclusión, elementos que no estaban en el programa de las últimas elecciones.
De hecho, por primera vez, Feijóo remarca una suerte de asimilación forzosa, donde el incumplimiento de unos “valores” no especificados sería motivo de expulsión. El líder del PP no ha aclarado a qué se refiere: si a comportamientos ilegales, costumbres culturales u opiniones. El tono general es populista, punitivo y simbólicamente duro, más cercano al lenguaje de Santiago Abascal o incluso al de Marine Le Pen que al suyo propio hace apenas un año.
Las declaraciones de Feijóo implican un cambio retórico y de enfoque político importante, que sustituye el lenguaje técnico y de gestión por uno más identitario, emocional y divisivo, propio de campañas donde se busca marcar perfil para atraer a votantes de ultraderecha.
Una transformación que es aún más relevante si se considera la totalidad de la trayectoria de Feijóo. Cuando era presidente de la Xunta (2009–2022), mantuvo una postura sobre la inmigración marcada por un enfoque pragmático y moderado, centrado en la gestión ordenada de los flujos migratorios. En el Parlamento gallego, Feijóo llegó a destacar la importancia de un debate serio sobre la inmigración legal y ordenada, señalando que las puertas de su comunidad autónoma estaban abiertas a todas las personas nacidas fuera que deseasen vivir como gallegos en Galicia. Y no fue en tiempos remotos: en el debate sobre el estado de la autonomía de 2021, afirmó que “nuestras puertas siempre están abiertas a las personas que, nacidas fuera, quieran vivir como gallegos en Galicia, con todo lo que eso implica”.
Problema demográfico
Feijóo enfatizaba entonces la importancia de la inmigración legal y ordenada para abordar los desafíos demográficos de Galicia. Ahora esa variable ha desaparecido, a pesar de que todos los informes oficiales señalan la necesidad crucial de atraer extranjeros para sostener la economía española en las próximas décadas.
Detrás de este cambio está la decisión del PP de perseverar en su estrategia de asumir total o parcialmente el ideario de la ultraderecha, en la creencia de que así acabarán atrayendo a sus electores.
De ese modo, Feijóo y su equipo insisten en ignorar la literatura académica que demuestra que, en realidad, ocurre escasamente lo contrario. Incorporar temas de la extrema derecha, ir a su rebufo y, mucho más, adaptarse a sus mensajes no arrincona, sino que engorda a la extrema derecha.
Está por ver si el proyecto que el PP pondrá en marcha en su congreso de julio incorporará más banderas ultras. Los pactos suscritos en ayuntamientos y comunidades autónomas sugieren que, cuando lo necesitan, los de Feijóo están dispuestos a ceder en asuntos que son nucleares para Vox y que, hasta las generales de 2023, les distinguían de la extrema derecha.
La agenda pendiente
De esa lista forman parte, además de la inmigración, temas tales como la violencia machista, el cambio climático y la Agenda 2030, y las leyes de eutanasia, aborto y protección de las personas trans. El PP también ha defendido hasta ahora, en contra del criterio de Vox, la aprobación de una ley de pandemias (que, en su concepción original, Feijóo quería que incluyera la posibilidad de decretar vacunaciones obligatorias), y se ha opuesto al llamado pin parental, la implementación de un derecho inexistente por parte de los padres a decidir los contenidos de la educación que reciben sus hijos.
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Está por ver también si el PP cederá en materia de lenguas cooficiales: el programa de Feijóo defiende que gallego, catalán y euskera tengan la consideración de vehiculares en la enseñanza, al mismo nivel que el castellano, algo que se está incumpliendo en la Comunitat Valenciana en virtud del acuerdo de investidura que Carlos Mazón firmó con la ultraderecha.
La ponencia política que, en teoría, debería despejar las incógnitas que pesan sobre estos asuntos está siendo redactada con la participación de dos presidentes autonómicos del ala moderada del PP: el andaluz Juanma Moreno y el castellano y leonés Alfonso Fernández Mañueco (el primero gobierna sin necesidad de los ultras porque tiene mayoría absoluta, y el segundo rompió con ellos después de aprovecharse de sus votos para revalidar su cargo).
Pero también son corresponsables de la ponencia dos mujeres: Alma Ezcurra y Natalia Chueca. La primera es una eurodiputada madrileña considerada una de las figuras emergentes del sector más ideológico del PP de Isabel Díaz Ayuso. La segunda, alcaldesa de Zaragoza desde 2023, se declara afín a los moderados del partido.