Partido Popular
El PP deja fuera de su congreso su política de pactos pero Feijóo no cierra la puerta a Vox ni a Junts

Alberto Núñez Feijóo no solo rehuirá de los debates ideológicos más espinosos en el congreso que el partido celebrará en julio, también evitará discutir sobre su política de alianzas. El líder del Partido Popular, fiel al estilo que le caracteriza, prefiere la ambigüedad a las polémicas. No cierra la puerta a Vox, pero tampoco a Junts. Es, en el fondo, el mismo debate que sacude al Partido Popular desde la caída de Mariano Rajoy en la moción de censura de 2018. El mismo, en realidad, que partió el partido en el Congreso de València de 2008 y que acabó con la renuncia de la exlíder del PP vasco, María San Gil, a participar en la elaboración de la ponencia política, tras advertir del peligro de pactar con los nacionalismos periféricos.
Un trabajo encargado ahora al presidente andaluz, Juanma Moreno, que ya ha dejado meridianamente claro que el PP no tiene por qué plasmar las "estrategias a futuro" con otras fuerzas políticas. "No entra dentro del ámbito de competencias, ni en nuestro objetivo ni en nuestra motivación", dijo la pasada semana, unas palabras que están consensuadas con Génova. Tanto él como Alfonso Fernández Mañueco están alineados con Feijóo y para la dirección del PP es una forma de controlar el debate bajo una apariencia democrática.
La formación esquivará, por un lado, el eterno debate instalado en el seno del partido desde el año 2018, cuando Vox irrumpió con doce escaños en el parlamento de Andalucía. El alma más dura de la formación aboga por perder cualquier escrúpulo a la hora de gobernar con la ultraderecha y sostienen que la única forma de desactivar a Vox es competir con ellos para dar la “batalla cultural” a la izquierda, como ha defendido recientemente la expresidenta Esperanza Aguirre. En cambio, hay otro sector que sostiene que hay que ganar “por el centro” y, por tanto, la única forma de gobernar es plantarles cara y marcar diferencias.
Si bien es cierto que la relación con Vox divide al PP, le brecha se agranda todavía más en el caso Junts. Los intentos de Feijóo de llegar a acuerdos con la formación independentista de cara una eventual moción de censura —una ecuación a priori complicada, porque los de Carles Puigdemont y los de Santiago Abascal se consideran mutuamente incompatibles— tiene que ver con el sueño del líder del PP de reconstruir puentes con quienes hace años, cuando ese espacio político lo ocupaba Convergència, fueron sus socios en el Congreso. Sin embargo, tanto el PP catalán como el sector duro del partido rechaza cualquier tipo de acercamiento.
A la hora de llegar a acuerdos concretos la sintonía entre el PP y Vox es más amplia en aspectos como la fiscalidad, la gestión económica, los servicios públicos, la vivienda, las relaciones laborales, el medio ambiente, la identidad nacional, los medios de comunicación... PP y Vox tienen un diagnóstico y un programa común, que de hecho ya están poniendo en práctica. En el caso de Junts, aunque sí hay coincidencias como se ha visto a lo largo de la legislatura en diferentes votaciones en el Congreso, las diferencias son más acusadas.
La relación con Vox
El pacto suscrito por Feijóo con los barones del partido cuando pusieron fin al mandato de Pablo Casado en 2022 garantizaba autonomía a cada territorio para tomar sus propias decisiones a cambio de un cierre de filas generalizado que le asegurase paz orgánica interna en su camino hacia La Moncloa. Esta estrategia también ha dejado a un PP dividido entre quienes se apoyan en Vox —y que incluso llegaron a compartir gobierno con los ultraderechistas— y, por tanto, dulcifican la imagen de la extrema derecha como el presidente valenciano, Carlos Mazón, que niega que el partido de Abascal sea "homófobo o machista" y otros que enarbolan un discurso más crítico como Moreno, pese a que él mismo fue investido con el apoyo de Vox en 2018.
Feijóo justifica todas las estrategias: compartir ejecutivos y desafiar a Vox, una posición y la contraria, al tiempo que abraza la solución cántabra elogiando a Miguel Ángel Revilla porque le permitió gobernar en su comunidad sin necesidad de acordar nada con los ultras. Lo que sea por una investidura, incluyendo a Vox como el "mal necesario". El líder del PP es consciente de que, si a la derecha le dan los números para gobernar, necesitará a los de Santiago Abascal para alcanzar el Gobierno central y, aunque reivindica que el "verdadero voto útil" es al PP, se resigna a tenerlo como aliado. Lo que sí está descartado es una alianza 'a la alemana' entre conservadores y socialistas. El objetivo de Feijóo es "derogar el sanchismo", con o sin Vox.
Desde la formación conservadora admiten que no les conviene entrar al choque con los de Abascal ni desmarcarse totalmente de sus postulados, ya supondría dejar todo el "carril derecho" a Vox en determinadas materias, según apuntan a infoLibre voces de la dirección. Así, trasladan que se van a mostrar "firmes" cuando toque, como ya hicieron con el reparto de migrantes tras la ruptura en verano, pero que no van a aflojar su discurso aunque ya no compartan gobiernos con los ultras, como les pide reiteradamente el Gobierno.
En la dirección del PP lo que buscan, en realidad, es seducir a los votantes de Abascal, pero son conscientes de lo difícil que resulta atraerlos, ya que en su mayor parte siguen desconfiando de la voluntad del PP de llevar a cabo el programa de máximos de la derecha. Y saben que la ruptura de Abascal, aunque incomprensible para muchos, también les confiere el aura de partido "íntegro" que no se deja "amedrentar" y que está dispuesto a renunciar a los "sillones" a cambio de mantener determinadas líneas rojas.
La relación con Junts
Feijóo, además, también está tratando de seducir a la formación de Carles Puigdemont después de que el líder de Junts, al que desde las filas del PP han definido en múltiples ocasiones como un "prófugo de la justicia" o, directamente, como un "terrorista", haya lanzado varios órdagos al Gobierno durante la legislatura. Como telón de fondo de , especialmente en materia económica.
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Hay unos cuantos ejemplos de esta sintonía. En septiembre los de Puigdemont tumbaron la admisión a trámite de una proposición de ley impulsada por Sumar para poner límites a los alquileres temporales de vivienda, unos meses antes votaron en contra, junto al PP, de la senda de déficit. También se aliaron con los de Feijóo en el Senado para reconocer la victoria de Edmundo González Urrutia, el rival de Nicolás Maduro en las elecciones de Venezuela y para frenar la amnistía pese a que formaba parte de las exigencias de Junts.
La estrategia que Feijóo defiende en relación con el independentismo ha sumido a los barones del PP en el más profundo de los desconciertos. Especialmente al ala más dura, encabezada por la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, que ha dejado clara su postura. Esta oposición a cualquier pacto con Junts también la apoyan otras figuras como el expresidente José Maria Aznar, la diputada Cayetana Álvarez de Toledo y el líder del PP catalán, Alejandro Fernández, abiertamente enfrentado a la dirección nacional del partido. "Se avecinan movimientos (y fotos) que van a destruir la reputación de quien los impulse. Porque no hay nada más valioso que ser coherente con tu pasado, tus principios y tus opiniones", escribió después de que transcendiera que el PP buscó a Junts para la investidura de Feijóo y que el PP sopesó durante 24 horas darles la amnistía.
Sin embargo, desde la dirección nacional del partido les mandan también un recado y destacan que igual que ellos "no opinan" acerca de "cómo afrontar los pactos con Vox en cada autonomía" también reivindican su "independencia para interpretar nuestra relación con el resto de grupos parlamentarios con la intención de maximizar el desgaste al presidente del Gobierno", según apuntan fuentes del equipo de Feijóo.