"La guerra empieza aquí": Madrid, un escaparate de armas en pleno debate sobre gasto militar

Manifestación de activistas contra la "feria de la guerra" de Ifema.

Dentro se exponían las armas catalogadas como más rápidas, más efectivas. Los tanques definidos como los más innovadores. Los drones cuyos fabricantes vendían como los más precisos. Delegaciones de distintos países y diferentes profesionales del sector de la defensa celebraban el gran escaparate, se saludaban animadamente y compartían café. Lo hacían en castellano, en inglés, en francés y en alemán. El interior de la Feria de Madrid (Ifema) era, desde las 9.30 horas de la mañana de este lunes, un hervidero de gente. Y ni una sola de esas personas sospechaba nada de lo que iba a ocurrir apenas dos horas y media más tarde. Fuera, un grupo de activistas se preparaba. "La guerra empieza aquí, parémosla aquí", "Señores de la guerra, fuera de Madrid", coreaban. Al mediodía, Ifema ya no era sólo un hervidero de gente, sino también un evidente contraste.

El sol todavía no había terminado de salir y el tradicional atasco madrileño de hora punta todavía no había conseguido despejar la M-40, pero multitud de hombres y mujeres —aunque sobre todo hombres— ya recorrían el camino que separa la verja de la entrada de Ifema de una de sus puertas, la sur. Al cruzarla, un trabajador de seguridad intentaba descongestionar las dos largas colas que se habían formado en busca de una de esas acreditaciones plastificadas que se cuelgan del cuello y permiten total libertad de movimiento por el recinto. "Quien tenga código QR en su móvil puede pasar directamente", informaba. Muchos se dirigieron entonces a la puerta. La Feria Internacional de Defensa y Seguridad de España (Feindef) ofrece 66.690 metros cuadrados distribuidos en cuatro pabellones, así que si se quieren recorrer todos no hay tiempo que perder.

Cruzar las puertas del primer pabellón que se encontraba tras pasar el arco de seguridad, era como entrar en una especie de concesionario. A la izquierda, dos tanques daban la bienvenida. El Dragón VCR 8x8 presumía de incrementar "las capacidades de combate", de disponer de "interfaces de usuario" y hasta de un "computador balístico". A la derecha, un helicóptero NH90 exhibía su diseño para "batallas de alta intensidad" o incluso para "operaciones anfibio". En el horizonte, aviones militares y hasta barcos. Todos relucientes y con el característico olor a nuevo que llevan incorporado los vehículos a estrenar. Todos, en definitiva, listos para ser comprados. Y usados.

La que arrancaba este lunes era la cuarta edición de una feria bianual que este año ha marcado todos sus récords. El espacio disponible para el particular escaparate es un 67% más grande que el que hubo en 2023 y se espera que haya un 43,8% más de asistentes repartidos por un 70,7% más de expositores. Sin embargo, los países representados por las delegaciones internacionales sí que han caído. Los 47 que estuvieron en 2023 son esta vez 45. Y un nombre resuena sobre todos los demás ausentes: Israel.

¿Un veto efectivo?

Fue el pasado mes de octubre cuando el Ministerio de Defensa, que es quien apoya institucionalmente el evento que organiza la Fundación Feindef, vetó al país. "No habrá participación institucional de Israel ni de ninguna empresa israelí. España está comprometida con la paz y la seguridad en Oriente Próximo", aseguró la secretaria de Estado de Defensa, Amparo Valcarce. La intención estaba clara: no sólo no iba a haber representación oficial del Gobierno de Benjamin Netanyahu, es que tampoco habría cabida para ellos en forma de stand. El propio presidente de la Fundación, el ex secretario de Estado de Defensa Ángel Olivares, lo adelantó por su parte tras ver un vídeo en el que soldados españoles en la misión de Naciones Unidas en Líbano eran atacados. "Feindef no puede acoger en su seno a empresas con el pabellón nacional que provoca esta situación", señaló.

Sin embargo, un trabajador sentado al otro lado de un pequeño mostrador bajo un cartel de "información" confirmaba la presencia de uno de los grupos más señalados por quienes diseccionan las redes empresariales con el Gobierno de Netanyhau: Oesía. La compañía, especializada en ingeniería electrónica para los sectores de la defensa y la seguridad, niega vínculo y negocios armamentísticos con Israel, pero fue la misma semana pasada cuando un informe les apuntó directamente. En concreto, a Tecnobit. Según una investigación del Centro Delás de Estudios por la Paz, la filial colaboró en el suministro a nuestro país de un designador láser de la compañía israelí Rafael que costó a España 207,4 millones. El objetivo, instalarlos en 45 cazas Eurofighter.

El Grupo Oesía, además, es una muestra de la segunda vida en el sector privado de los responsables militares. Allí está como director de Soporte y Seguridad Alfredo Sanz, quien ocupara puesto de responsabilidad en el Cuartel Supremo de la OTAN. Y Fernando Acero, quien fuera en su día director de ciberdefensa del Ejército del Aire, es hoy Chief Information Security Officer a nivel global de la compañía. Además, al menos media decena de miembros de su Comité de Estrategia vienen de las Fuerzas Armadas. En 2024, la empresa obtuvo récord de beneficio neto: 13,7 millones de euros, un 50% más que un año antes.

Simuladores de tiro, drones, miras telescópicas y cascos

El stand de Oesía vivía sin embargo este lunes ajeno a esas críticas. Los visitantes se acercaban y preguntaban, como ocurría con los demás expositores. Pero, ¿quién se interesa por la última mira acoplable a un rifle? Pues según informa la propia Feindef, quienes acuden a la feria no lo hacen por un interés personal. O al menos no meramente por eso. Quienes este lunes llenaban los casi 70.000 metros cuadrados de Ifema eran autoridades de ministerios de Defensa, Interior, Industria, Comercio, Turismo, Ciencia, Exteriores, Economía, etc., pero también miembros de distintos gobiernos y fuerzas armadas, altos mandos de los ejércitos, embajadores, delegados oficiales de agencias y organismos internacionales, altos directivos o delegados de compras y ventas de empresas.

La propia naturaleza del evento lo explica. "Feindef no es sólo una feria comercial, es el lugar donde se forjan alianzas estratégicas, se exploran las últimas innovaciones tecnológicas y se abren nuevas oportunidades de negocio", explica la organización en el dosier que facilitan a la prensa.

Las imágenes se repetían una y una otra vez. Esas conversaciones e intercambios se producían, casi siempre, alrededor de un mostrador. Y eran esas las superficies que mostraban, otra vez, el gran escaparate en el que se había convertido Ifema. A un lado, pistolas; al otro, botas militares; detrás, cascos de protección; delante, chalecos antibalas. Casi ningún objeto dejaba a nadie indiferente. Y si no, se ayudaban de eslóganes. O incluso iban algo más allá.

El stand de la compañía Vimad se había convertido en este sentido en una parada casi obligatoria. Su simulador permitía a los asistentes a la Feria meterse en la piel de un agente de seguridad que tenía que disparar al objetivo sin causar daños a nadie más. "Como si hubiera un tiroteo en un Mercadona y hubiera que seleccionar qué vida merece la pena salvar", explicaba un representante de la empresa. Mientras algunos asistentes se ponían a prueba —"¡Te he ganado!", celebraba una mujer frente a un compañero—, otros tantos subían a un tanque, se hacían fotos frente a un barco o admiraban varios drones. La idea no era sólo mirar, sino también tocar, probar. Y vender.

Es una "feria de la guerra"

La feria, que se extenderá hasta este miércoles, se ha celebrado siempre alrededor de la segunda semana de mayo. No se ha hecho coincidir, por tanto, con nada. Pero el contexto en el que se está desarrollando es importante. Y mucho.

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Hace menos de una semana, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, volvió a defender ante el Congreso de los Diputados su decisión de incrementar el gasto militar hasta el 2% del PIB, lo que se traducirá en un desembolso de más de 10.000 millones de euros. Según el líder del Ejecutivo, "hay que adaptarse, nos guste o no" a lo que marca la UE, y eso no va a provocar, aseguró, ni un recorte social, ni una subida de impuestos, ni un incremento del déficit público.

Sin embargo, los colectivos sociales antimilitaristas lo dudan. Y por eso este domingo y este lunes se han concentrado ante lo que han denominado "feria de la guerra". Lo hacían este 12 de mayo al filo de las 12.00 horas del mediodía. Un grupo de poco más de una docena de personas cruzaba la valla de Ifema para, frente a sus puertas, verterse pintura roja y tumbarse en el suelo con carteles de países cuya población es víctima de la guerra: Palestina, Yemen, Líbano, Myanmar, Sudán o Ucrania. A sus lados, dos hombres trajeados terminaban de componer la escena de contraste que, a mayor escala, se estaba produciendo dentro de la Feria de Madrid. Lanzaban reproducciones de billetes de 500 euros al aire mientras miraban con indiferencia al resto de manifestantes que permanecían inmóviles en el suelo. "La guerra empieza aquí, parémosla aquí" o "Señores de la guerra, fuera de Madrid", coreaban otros tantos.

Poco más de media hora después, la docena de activistas de Desarma Madrid y Antimilitarista-MOC era conducida a dependencias policiales. Y ellos, otra vez, mostraban ese contraste. "Los criminales están dentro, pero nos detienen a quienes lo denunciamos", señalaban. No será esta su última acción. El martes celebrarán un coloquio en el Teatro del Barrio y el miércoles 14 han convocado una nueva manifestación frente al Cuartel General del Ejército. Y es que, según dicen, Feindef no está orientada a nada más que a "vender armas a los países en conflicto en connivencia con los gobiernos de países occidentales". El boicot a Israel funcionó. Y por eso quieren seguir. "La movilización es fundamental en estos tiempos de rearme", sentencian los activistas.

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