El sueño de la razón Luis García Montero

El último regalo del viejito genial fue que esta semana las pantallas sobre las que nos advirtió programaron por ratos una suerte de TeleMujica construido entre tantos que compartimos desde su orilla y en la opuesta del Atlántico sus frases inmensas, que fueron muchas, de apariencia infinita, pero nunca exactamente iguales. Palabras bien cantadas, honestas y, por tanto, creíbles, que hablaban más sobre cómo vivir que sobre a quién votar. Que hablaban, sin decirlo así, de la aspiración máxima, del debe de los gobiernos de izquierda en este presente desigual: lograr que las personas de clase trabajadora vivan para algo más y puedan disfrutarlo, elegir.
En estas mismas fechas de 2014, cuando Mujica aún era presidente de Uruguay, unos amigos mexicanos me colaron en un encuentro suyo en Washington con la diáspora que acogía el organismo donde trabajaban. El fenómeno fan ya era enorme. No tuvo que ser un exmandatario para alcanzar ese aura de respetabilidad, de inspiración, que ya nunca le abandonaría. En la era del descreimiento y la frustración, Mujica emergió como un faro humanista, alguien a quien escuchar sin sentir ganas de apagar algo de un golpe.
En la era del descreimiento y la frustración, Mujica emergió como un faro humanista, alguien a quien escuchar sin sentir ganas de apagar algo de un golpe
Al año siguiente, esa influencia continental aupó a su excanciller, Luis Almagro, al liderazgo de la Organización de los Estados Americanos (OEA), el único foro donde un voto de Estados Unidos vale lo mismo que el de cada uno de los demás, incluido, por ejemplo, el del país más recóndito y chiquito del Caribe. Aquello no acabó bien porque Almagro tuvo una deriva ideológica y de formas que decepcionó a Mujica, pero Almagro llegó a ese organismo anquilosado con un lema que hasta hoy me parece el mejor, impecable: “Más derechos para más gente”. Lo entendió todo, pensé. Quién podría estar en contra. Estos días pensaba en que ese lema suena tanto a Mujica: escudriñando modos de ensanchar lo posible, como le canta en homenaje Silvio Rodríguez en esa bella Más porvenir inspirada en sus palabras.
En un tiempo en el que tantos, todos, dicen a los jóvenes que no hay futuro, que nada puede mejorar, que vinieron a verlo todo caer, que deben tener miedo, recluirse, Mujica, clarividente, se dirigió expresamente a ellos: “Le pido a la gente joven que no se sienta quebrada, que el verdadero triunfo en la vida es levantarse y volver a empezar cada vez que uno cae en todos los órdenes: en el laburo, en el amor y en la esperanza”. Y siempre a todos, su gran y certero mantra: “Si te consagrás en un pagador de cuentas por vivir a crédito y te comés todos los versos de la sociedad consumista, vas a ser muy útil para la acumulación de capital, pero no te va a quedar tiempo para vivir tu vida”. También dijo, en el mismo año, 2024, e igualmente a la Agencia EFE: “El consejo para los jóvenes es que no se achiquen”. La vida fue pasado, pero es más porvenir. Gracias totales, Pepe. Para siempre, Mujica.
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