En la dinámica de crispación que la derecha está imponiendo sobre la política española, se ha cargado de furia la estrategia de caricaturizar de forma despiadada al presidente de Gobierno. Las complicaciones generales de un mundo lleno de matices, conflictos, intereses, enfrentamientos y disputas, se condensan aquí en la personalidad de un malvado gobernante de apellido Sánchez. Al mirar la política en el mundo, en Europa y en la España de 2025, todo se reduce al sanchismo, un adjetivo que se impone en la gramática de la política frente a los sustantivos, los verbos, las preposiciones y las conjunciones. 

No hace falta explicar que se trata de una versión de la realidad adaptada para tontos, gente incapaz de sostener dos ideas en su cabeza. Los que seguimos manteniendo la esperanza de que España no es una nación de tontos y la certeza de que nuestra realidad no se reduce a una caricatura del bien y del mal, porque los matices de la vida, sus bienes y sus males, siguen teniendo un valor ético entre nosotros, podemos llegar a pensar que esta planificación para tontos tardará poco en volverse contra sus animadores. Ya cansa, España no es fango. Así que hay un revés que les espera a los antisanchistas. Y confieso que no es la única ventaja que veo en esta pataleta desmedida contra el presidente del Gobierno. Paso a señalar tres detalles que merece la pena tener en cuenta:

  1. Querer enfangar la vida de una persona a través del insulto permanente puede ayudarnos a comprender, además del reduccionismo, la falta de humanidad de algunas políticas que imponen su autoridad en las crueldades del mundo. Los discursos de odio son un anticipo de las políticas antidemocráticas. Quien maltrata a una persona de manera injusta, puede maltratar con sus decisiones a todo un país.
  2. En la izquierda española caben muchos matices, tantos que resulta difícil evitar las peleas y conseguir la unidad. Que gracias a un Gobierno de coalición y al adjetivo sanchista se nos reúna a todos bajo un mismo paraguas, no deja de tener sus ventajas. Acostumbrados a las tensiones entre rojos, colorados, bermejos, escarlatas y carmesíes, que ahora nos reúna el enemigo en un único desprecio puede ayudarnos a comprender la necesidad de ordenar nuestras variedades y de buscar una respuesta que sume, no que divida. Los socialistas y la las formaciones que están a la izquierda del PSOE tienen un compromiso de responsabilidad en los tiempo imperiales y populistas que nos amenazan.
  3. Que haya un sanchismo implica que hay un no sanchismo. ¿Y quiénes son los que insisten en el insulto contra el sanchismo? Haciendo un resumen, los no sanchistas de nuestro país, según vemos en la prensa, son los que consideran que no se debe criticar la matanza genocida de miles de personas en Gaza, los que aplauden a Donald Trump en sus maniobras antieuropeas y antiespañolas, los que apoyan la privatización de la sanidad y la educación pública, los que ponen barreras a la mejora de las condiciones laborales y los que mantienen en sus organizaciones el protagonismo de personas que han demostrado una ineficacia deshumanizada en las residencias de ancianos o en las catástrofes naturales, porque nada importa que los intereses de las élites económicas y los negocios familiares de padres, hermanos o novios se impongan sobre el bien público de una comunidad. Es un resumen, desde luego, pero muy pegado a las realidades diarias del antisanchismo. Es una trampa decir que el antisanchismo no tiene propuestas políticas. Tiene muchas, pero prefiere ocultarlas bajo la crispación y la caricatura, porque no resultan muy atractivas para el bien común.

Nos conviene conseguir que se hable de política, que se mire a la realidad

Nos conviene conseguir que se hable de política, que se mire a la realidad. La verdad es que el antisanchismo da miedo. Más que un sanchismo, lo que existe en España es un antisanchismo que debería hacernos pensar a la hora de definir la política. El peligro de que las derechas extremas se apoderen del Estado no es ninguna broma. Y, por desgracia, es el fin único de las dinámicas de crispación.

Un aviso final para todos los que en las redes me vayan a acusar de sanchista por este artículo. Serán muy bienvenidos. Yo resolví mi vida en 1981 con un puesto de profesor en la Universidad de Granada, que se convirtió en titularidad hace 38 años y en cátedra hace 25. Si estoy comprometido con la acción pública en estos momentos es por pura militancia política. Me importa mi sociedad. El pesebrista autor de este artículo es un rojo que está un poquito más a la izquierda del sanchismo y que ganaría más dinero y más calidad de vida si se retirase a sus asuntos privados.

Más sobre este tema
stats
OSZAR »