OBITUARIO
Muere José Mujica, el referente de la izquierda que hizo de la humildad su bandera

"Soy un anciano que está muy cerca de iniciar la retirada de donde no hay retorno, pero soy feliz porque estás ahí, porque cuando mis brazos se acaben habrá miles de brazos reemplazando la lucha y toda mi vida he dicho que los mejores líderes son aquellos que dejan un listón que los supera con ventaja". En uno de los últimos actos de la campaña para las elecciones presidenciales y parlamentarias, que tuvieron lugar en Uruguay en octubre y noviembre del año pasado, José Mujica dijo esta despedida anticipada.
Pepe Mujica falleció este martes en Montevideo. A su lado, su compañera de vida, Lucía Topolansky, vicepresidenta de Uruguay entre 2017 y 2020.
El cáncer de esófago, que luego se extendió al hígado, estaba ya en un estado muy avanzado e irreversible y el viejo dirigente, que el 20 de mayo cumpliría 90 años, llevaba meses expresando su deseo de no prolongar su encierro. "No te quejas de lo inevitable. Hay que afrontar lo inevitable ", dijo una vez. El 11 de mayo ya no pudo acudir a votar en las elecciones locales. En ese momento se conoció que ya estaba recibiendo cuidados paliativos.
Mujica deja un legado de simpatía en la izquierda internacional, una imagen de un político que hizo de la humildad, la honestidad y una especie de sentido común popular sus señas y que sus intervenciones fueran escuchadas en todo el planeta con atención y casi con veneración. Al igual que su finca rural en Rincón del Cerro, la modesta casa en la que continuó viviendo durante su etapa como presidente (2010-2015) y que fue visitada regularmente por políticos, activistas y dirigentes.
Pepe Mujica no fue tanto lo que dijo sino el ejemplo que encarnaba. El medio era el mensaje. No se limitó a predicar la sencillez, sino que la practicó ("No soy pobre, soy sobrio, soy ligero de equipaje, vivo con lo justo para que las cosas no me roben la libertad" , dijo una vez), incluso cuando fue primero senador (1989), luego ministro (2005) y finalmente presidente (2010). "El poder no cambia a las personas, solo revela quiénes son realmente", dijo entonces, afirmando que "los políticos tienen que vivir como vive la mayoría y no como vive la minoría".
Su filosofía de acción política ("la política es la lucha por la felicidad de todos") causó sensación y le construyó un lugar de respeto y admiración en el imaginario colectivo. Una especie de faro moral y contraste con otras historias de corrupción personal o vinculadas a decepciones y desafección ideológica.
Mujica, en todo caso, también estaba en deuda con su biografía; de su participación en la guerrilla urbana de los Tupamaros en los momentos previos a la dictadura cívico-militar que sufrió Uruguay entre 1973 y 1985, y de los años que pasó en prisión, muchos de ellos en completa soledad, como se muestra en la película La noche de 12 años (2018). Sobre su etapa como guerrillero, por la que pagó "precios enormes", dijo ser "consciente" de que "sufrimos e hicimos sufrir a la gente".
Las penurias que tuvo que superar, afirmaba, le dejaron la enseñanza de repensar “toda la vida como una entrega y con la vida como valor por encima de todas las cosas” y la convicción de que “nadie es más que los demás” y que “no hay triunfo definitivo porque no hay derrota definitiva si se tiene un corazón templado”. “Los únicos vencidos son los que se rinden”, concluyó más de una vez y al momento de dejar la Presidencia de la República confesó: “Mi vida refleja que quienes no se rinden, quienes no bajan la guardia, siempre tienen algún reconocimiento y alguna compensación”.
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En cierto modo, Pepe Mujica representó bien la identidad uruguaya. El uruguayo es una persona modesta y tranquila (probablemente demasiado), tolerante y sencilla, quizá en parte en contraste con la pomposidad de los argentinos, especialmente de los porteños de su capital. También concordaba bien con la forma de expresarse de algunos de los nombres más conocidos del país fuera de sus fronteras (más allá del fútbol), como Eduardo Galeano o Mario Benedetti, quienes también usaban pequeñas palabras para expresar grandes ideas. El ciudadano uruguayo puede no decir mucho, pero con un "ta" (expresión con múltiples significados) resuelve toda una conversación.
Cabe decir que, en contraste con la valoración unánimemente positiva que la figura de Pepe Mujica parece despertar en los movimientos progresistas fuera de Uruguay, tanto su gestión como algunas de sus posiciones y declaraciones han despertado una mayor polémica en la izquierda uruguaya. Y, por ejemplo, incluso en los últimos meses los sectores más izquierdistas del Frente Amplio se han mostrado enojados por las críticas de Mujica al principal sindicato del país, el PIT-CNT, o por sus cuestionamientos a algunas denuncias de víctimas de la dictadura contra los militares. Pero, por otro lado, también es necesario reconocer que Mujica supo conectar mejor que otros dirigentes frenteamplistas con el ciudadano medio del Uruguay y con sectores más moderados, especialmente del campo.
No sé si Pepe Mujica escuchó música en sus últimos momentos y no sé si hubiera elegido alguna canción para acompañar su despedida. Pero creo que no sería una melodía triste, sino que bien podría ser el candombe del uruguayo Carlos Warren Siga el baile. Una canción que empieza diciendo: "Sigue el baile, sigue el baile/ De la tierra en que nací/ La comparsa de los negros/ Al compás del tamboril". El Pepe le animaría a seguir bailando .