Y ahora qué

Partidos de izquierda con denuncias por casos de corrupción y violencia sexual, narcisistas mirándose al espejo del poder democrático para preguntarle quién es el más rico del mundo, hombres jóvenes reunidos en partidos de ultraderecha por todo el planeta para no tener que crecer, guerras bombardeando la paz y el derecho internacional para imponer un nuevo orden…

Nada es casualidad, pero si todo tiene sus causas también significa que la causalidad comienza al dejar las circunstancias que dan lugar a que las causas actúen, para luego lamentarse del resultado.

El éxito del sistema social y político actual reside en que la mayoría quiere ser parte del mismo para aprovecharse de él, no para transformarlo y sacar de su entramado todas las causas de abuso e injusticia. Por eso se mantiene con independencia de quién lo use, y cuando llegan a él partidos de izquierda que son críticos con el modelo, terminan reproduciéndolo al justificar que primero tienen que abordar los problemas sociales que de otra manera continuarían como injusticias, como si una cosa y otra fueran incompatibles. Todo ello hace que el modelo no se modifique y mantenga las vías para el abuso y los intereses particulares. La utilización del sistema sin su transformación lo único que hace es adaptarlo a los nuevos tiempos para que sea eficaz y pase desapercibido como estructura de poder.

La utilización del sistema sin su transformación lo único que hace es adaptarlo a los nuevos tiempos para que sea eficaz y pase desapercibido como estructura de poder

La mayoría de los grandes avances sociales que forman parte de nuestra sociedad nunca han sido propuestos por partidos conservadores en ningún lugar del planeta, pero cuando los partidos conservadores que estaban en contra de esos avances llegan al poder, no los derogan. Y no lo hacen porque saben que eran necesarios y que la sociedad los demandaba, pero al mismo tiempo se protegen con su actitud para que los sectores más ultras de la sociedad no puedan responsabilizarlos por algo que no han hecho, ni siquiera apoyado, y que siempre puede ser utilizado para demostrar la “amenaza” que supone la izquierda. Por eso de manera periódica plantean los ataques que las políticas progresistas suponen contra la vida (aborto y eutanasia), los hombres (iniciativas contra la violencia de género), la familia (matrimonio entre personas del mismo sexo), las empresas (subida del SMI, reducción de la jornada laboral, impuestos)… y con cualquier cosa que incluyan en su estrategia.

Pero a pesar de este juego la sociedad ha reconocido en todo momento estos avances y de quienes partían… Hasta ahora.

Ahora la situación ha cambiado porque el foco del enfrentamiento político no se pone sobre los elementos que definen el escenario de las relaciones en la sociedad (economía, mercado laboral, infraestructuras…) y tampoco sobre elementos esenciales para las personas y la convivencia (sanidad, educación, jubilación…), sino que ahora el foco se ha puesto en lo identitario, es decir, en “lo que somos”, o mejor, “en lo que dicen que debemos ser desde las posiciones conservadoras a partir de las ideas, valores, creencias, tradiciones… establecidas como propias por el modelo cultural androcéntrico”. Desde estas posiciones conservadoras lo tienen tan claro que han definido su estrategia global como “guerra cultural”.

Y se trata de una estrategia global en lo interno, para que cada uno haga lo que pueda hacer desde su espacio, como aconsejó de manera explícita José María Aznar, y en lo externo, para que ese hacer se haga en el plano internacional bajo unas mismas referencias, por eso necesitan reunirse periódicamente y juntar a los principales líderes de la ultraderecha mundial, tanto para coordinarse como para exhibirse y lanzar su mensaje de “transnacionalidad”.

Lo importante es entender que todo ese avance del pasado para ocupar el presente, también tiene una parte de abandono por quienes cuando han tenido responsabilidades políticas y han ocupado el sistema, no han cerrado las vías de avance con las necesarias transformaciones que rompieran con las ideas impuestas de patria, de convivencia jerarquizada y clasista, de hombre capaz y dominador, de mujer tutelada y sumisa… que ha impuesto el sistema desde sus referencias androcéntricas.

Lo hemos comentado en otras ocasiones respecto al votante de izquierdas que olvida su compromiso con quienes en el pasado y en circunstancias mucho más difíciles dieron hasta sus vidas para llegar hoy aquí, y luego no votan por cuestiones menores, como si esa pasividad no fuera acción para el modelo conservador. Pero también hay que llamar la atención a quienes desde la política de izquierdas están más pendientes de cuestiones personales y particulares que de la necesidad de transformar una sociedad para que el modelo androcéntrico y su estrategia de poder, incluida la corrupción y la violencia, no tenga cabida ni pueda camuflarse con tanta facilidad.

Si la política conservadora va en bloque, aunque sea bajo diferentes siglas, la política progresista no puede ir separada, y lo hace incluso dentro de coaliciones y las mismas siglas.

Si la política conservadora va en bloque, aunque sea bajo diferentes siglas, la política progresista no puede ir separada, y lo hace incluso dentro de coaliciones y las mismas siglas

La pregunta es sencilla, ¿y ahora qué?

Qué va a pasar en este contexto con las políticas de Igualdad y las políticas sociales, qué va a pasar con todo lo que ayuda a la transformación por el doble impacto que tiene en lo individual y lo comunitario.

¿Hay espacio ahora para plantear iniciativas sociales y de Igualdad que levanten el apoyo de la sociedad?

No lo creo.

Ahora estamos en el escenario de “y de lo mío qué”, lo cual es válido para partidos y sectores de la sociedad muy diferentes que no quieren transformar el sistema, pero todo ello va a reforzar los elementos de un modelo que hará que las posiciones conservadoras lleguen al poder y se mantengan durante mucho tiempo en él, precisamente atacando, como ya lo hacen DJ Trump y la ultraderecha, a las políticas sociales transformadoras.

No tendrán problema en aumentar las subvenciones, ayudas y las jubilaciones porque el modelo conservador sabe integrar las propuestas de la izquierda e incluso apropiarse de ellas en nombre de la “libertad”; sin embargo, la izquierda no sabe erradicar las referencias de un modelo conservador que se perpetúa en la adaptación que le facilita la izquierda que gestiona, pero no transforma.

___________________________________

Miguel Lorente Acosta es médico y profesor en la Universidad de Granada y fue Delegado del Gobierno para la Violencia de Género.

Más sobre este tema
stats
OSZAR »