Lo ramplón y lo sublime Pedro Vallín

Ha anunciado Felipe González que no va a votar a Pedro Sánchez. ¡Sorpresa! La antinoticia. Hace mucho tiempo que Felipe rompió relaciones no sólo con lo que denomina sanchismo, sino con una realidad política que se parece entre poco y nada a la de los años 80 y 90 del pasado siglo, cuando él gobernó un país y un partido socialista muy diferentes. Si fuera por Felipe, el PP y Vox ya estarían gobernando desde 2023. No hizo absolutamente nada por apoyar al PSOE mientras Zapatero y Sánchez se desgañitaban en mítines y en las principales pantallas de las derechas. Felipe vivió el último pulso entre las izquierdas y el dúo Feijóo-Abascal fumándose unos cuantos puros en su finca extremeña, con el móvil preparado para felicitar al gallego la noche del 23 de julio.
Ahora el célebre jarrón chino ha decidido arrojarse al vacío desde el estante que ocupaba y romperse en cien pedazos. Sostiene Felipe que “esta autoamnistía es una vergüenza para cualquier demócrata y para cualquier militante del PSOE (...) Conmigo nunca contará nadie que haya participado en esto, que es pedirle perdón a los que han hecho la barrabasada”. Lo ha dicho donde Alsina y ha añadido críticas a Sánchez por la gestión del caso Cerdán/Ábalos/Koldo: “Es un problema de Gobierno, no de partido, porque la investigación de la UCO se centra en acciones gubernamentales”. Y como conclusión ha vaticinado que a Pedro Sánchez ya no le queda “vida política” (ver aquí).
A quienes no tienen edad suficiente para conocer quién es y qué hizo Felipe González, conviene recordarles que, además de muchas acciones de gobierno acertadas y fructíferas, también lleva en su mochila “barrabasadas” de alto calibre. Desde meter a España en la estructura militar de la OTAN después de haber prometido no hacerlo, a mostrarse orgulloso de las criminales “barrabasadas” de los GAL. La soberbia lleva a Felipe a dar lecciones a Sánchez sobre casos de corrupción como si no hubieran existido las bochornosas “barrabasadas” de un director general de la Guardia Civil llamado Luis Roldán o las de un gobernador del Banco de España llamado Mariano Rubio. Por no hablar de sus amigotes Barrionuevo o Vera, condenados, encarcelados y perdonados (Aznar por medio), quienes esta misma semana han firmado una carta exigiendo a Sánchez que dimita y convoque un congreso extraordinario del PSOE (ver aquí). Les preocupa “el grave deterioro que están causando los continuos escándalos…”. Repito: ¡Barrionuevo y Vera, preocupados por los escándalos! Hay que tener rostro.
Más de un lector o lectora (de haberlos) me reprochará dedicar siquiera espacio a las “barrabasadas” de individuos desautorizados para cualquier reproche político o moral a la actual dirigencia del PSOE (o a cualquier demócrata decente). Creo que conviene no despreciar el hecho de que los Felipes, Barrionuevos, Guerras y Veras salgan en tromba pregonando precisamente el argumentario de las derechas en todos los frentes: sobre la amnistía, sobre las corrupciones, sobre Sánchez… Han salido sin esperar siquiera a leer el fallo del Tribunal Constitucional sobre la ley de amnistía. Con una falta de respeto absoluto al funcionamiento del Estado de derecho. Lo “bochornoso” no es que una mayoría progresista del TC (magistrados votados también por el PP, del mismo modo que el PSOE respaldó el nombramiento de magistrados tan inmaculados como Arnaldo, Espejel o Macías) declare constitucional la ley de amnistía; lo realmente bochornoso es que todo un expresidente del Gobierno como Felipe González, que lleva siempre en la boca el respeto a la Constitución, a la separación de poderes y a las instituciones que la representan, se despache con el máximo desprecio contra una sentencia cuyos argumentos desconoce. Compra Felipe, como sus excompañeros de “barrabasadas”, el marco establecido por la derecha política, la judicial y la mediática, consistente en que la urgencia es derribar al Gobierno de coalición, sea como sea: “El que pueda hacer, que haga”.
Felipe González, además de muchas acciones de gobierno acertadas y fructíferas, también lleva en su mochila “barrabasadas” de alto calibre
Ni una palabra han tenido estos ex ilustres socialistas para condenar “barrabasadas” como la que practica el inefable Peinado contra Begoña Gómez, Félix Bolaños… y quien se le vaya ocurriendo mes a mes; o la alucinante instrucción del juez Hurtado contra el fiscal general y en defensa del novio de Ayuso, defraudador fiscal confeso; o la campaña de deshumanización y difamación contra el presidente del TC, Cándido Conde-Pumpido; o la filtración de datos personales de políticos y periodistas a quienes se coloca en la diana para que reciban en sus móviles o en sus domicilios amenazas de muerte, calumnias y difamaciones sin cuento.
No han tenido ni tienen estos señoros el más mínimo gesto de empatía o solidaridad con la gente del espacio progresista que está sufriendo las consecuencias de una lenta pero constante campaña de incitación al odio. Contra Pedro Sánchez y contra todo aquel que cometa la “barrabasada” de enfrentarse al vendaval atizado por las derechas políticas, mediáticas y judiciales. Hay una factoría del odio en España que funciona sin descanso las 24 horas del día. Desde hace tiempo. Y sería muy ingenuo considerar casual que en las últimas semanas se hayan concitado en el objetivo de exigir la dimisión del presidente del Gobierno y la convocatoria de elecciones generales gente tan variopinta (o no) como Aznar / Felipe / Rajoy / Guerra / Feijóo / Vera / Abascal / Garamendi… y los obispos, que no querían perderse esta misa.
Vivimos momentos a mi juicio tan preocupantes como trascendentes. Son muchos los que participan del discurso que emiten esas factorías del odio. Y nos puede quedar un país de mierda (así lo escribo, con perdón) si no conseguimos trasladar a una mayoría de DEMÓCRATAS que la alarma no consiste tanto en la amenaza de que vienen los neofascistas. Es que ya están aquí, y aprovechan con destreza la comunión de intereses de todos aquellos poderes a los que molesta cualquier política progresista o cualquier visión del mundo alejada del fracasado neoliberalismo o de ese galopante belicismo servil (personificado estos días de un modo patético por el secretario general de la OTAN, Mark Rutte) que la mayoría de líderes europeos mantienen ante las “barrabasadas” criminales de Trump o de Netanyahu.
Observen con un mínimo de racionalidad las “barrabasadas” que cada miércoles vemos en las sesiones de control al Gobierno en el Congreso. Fíjense en quiénes gritan, qué gritan y contra quiénes gritan. No es cierto (disculpen la insistencia) que todos sean iguales. Ni lo son ni se comportan igual, y es fácil reconocer a quienes respetan al otro y a quienes han perdido el respeto a las personas y a las instituciones. Las derechas han practicado desde 2018 una constante estrategia de deslegitimación: primero del Gobierno salido de una mayoría parlamentaria; luego del Congreso, en favor de un Senado con mayoría absoluta del PP; y después del Tribunal Constitucional, al que había que ensuciar por todas las vías para que su prestigio quedara seriamente dañado mucho antes del fallo sobre la ley de amnistía. A estos ilustres representantes del felipismo, del aznarismo, del rajoyismo, cuyos líderes acabaron (todos) sus mandatos en una ciénaga de corrupciones y mentiras, les importa un rábano que el objetivo político principal de esta ley de amnistía declarada ya constitucional era la recuperación de la convivencia en Cataluña y la desinflamación del independentismo más radical. Se ha conseguido, y eso no lo puede discutir nadie. Y quien tenga una duda, que observe y escuche a Salvador Illa. La obligación del TC es un pronunciamiento jurídico sobre el recurso planteado. Ni más ni menos. (Ver aquí)
No se ha atrevido (de momento) Felipe a pedir el voto para Feijóo. Dice (aún le quedan restos de lucidez) que el líder del PP no tiene “un proyecto de país”. No les hace falta. El mensaje implícito en toda esta actuación de las derechas políticas, judiciales y mediáticas es muy claro: consideran que este país es suyo. Que un gobierno de “rojos” (sea cual sea la tonalidad) no debe durar. Hay que derribarlo como sea. Y en eso están. Sin descanso. (Y con la inestimable contribución de algunos jarrones chinos).
Lo más...
Lo más...
LeídoFrancia identifica mil bidones radiactivos frente a Galicia 43 años después del último vertido
Praza.galDe la élite de la Guardia Civil, al Ibex: la otra vida de los agentes de la UCO
Álvaro Sánchez CastrilloEuropa avisa a España de que debe reducir de forma drástica la contaminación del aire antes de 2030
Daniel LaraLa novela española en la Historia
María del Carmen Soler, faro de la memoria y antorcha en el exilio
Juegos de espías en el paraíso (fiscal)
TintaLibre
¡Hola, !
Gracias por sumarte. Ahora formas parte de la comunidad de infoLibre que hace posible un periodismo de investigación riguroso y honesto.
En tu perfil puedes elegir qué boletines recibir, modificar tus datos personales y tu cuota.