La muerte del papa
Del progresista Tagle al ultra Burke, la sucesión de Francisco reabre las viejas pulsiones en la Iglesia

"Queridos hermanos y hermanas, con profundo dolor debo anunciar el fallecimiento de nuestro Santo Padre Francisco. A las 7.35 de la mañana, el obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre. Toda su vida estuvo dedicada al servicio del Señor y de su Iglesia". Así anunciaba el camarlengo, el cardenal Kevin Joseph Farrel, la muerte de Jorge Mario Bergoglio, tras doce años en el cargo. Aunque incompleta y frustrante para los más exigentes, los avances en tareas como las medidas contra los abusos sexuales, la transparencia financiera, la incorporación de laicos y mujeres al ámbito de decisión de la Iglesia o la reflexión en torno a cuestiones morales son reconocidos por la mayoría de observadores. Por cada una de estas decisiones, Francisco se ha ganado algunos amigos, incluso abiertamente ateos, pero también detractores en la Iglesia, entre ellos cardenales que ahora buscarán sucederle.
La presidenta de la Asociación de Teólogas Española, Montserrat Escribano, pronostica que con la muerte de Francisco estamos ante "un cambio de era" y define ese cónclave, todavía sin fecha, como un "movimiento político" clave para el futuro de una Iglesia en la que hay "diferentes visiones, modos de compresión y expectativas de futuro". En conversación con infoLibre, Escribano destaca que hay movimientos conservadores que no han escondido su fobia contra Francisco y que han llegado incluso al "descrédito y desprecio" por el rumbo que Bergoglio dio a su papado. "Eso habla también de una Iglesia que tiene mucho poder, que sigue recibiendo mucha financiación y que está apoyada por movimientos políticos y partidistas", señala.
Vicens Lozano fue durante 35 años corresponsal de TV3 en la Santa Sede. En 2021 publicó Vaticangate. El complot ultra contra el papa Franqucisco y la manipulación del próximo cónclave (Roca), donde detalla, con nombres y apellidos, toda la galaxia internacional de jerarcas de la Iglesia, organizaciones, medios y familias que en la última década han combatido las ideas y reformas de Francisco y que ahora tratarán de evitar a toda costa que su sucesor las continúe. Para Lozano, las palabras que le dedicó el papa a un grupo de jesuitas tras su delicada cirugía de colon hace cuatro años, en la que les dijo que "algunos le querrían muerto" fueron una resonante advertencia: "Es la primera vez en la historia que un pontífice divulga en público que existe un complot contra él", señaló el periodista, por parte de "sectores de la ultraderecha a nivel internacional" y miembros de la jerarquía "más tradicionalista".
Francisco eligió al 79% de los cardenales que ahora decidirán quién será el nuevo pontífice
Quizá por eso Francisco buscó situar a cardenales afines a su visión del mundo a lo largo de su mandato. Actualmente el colegio cardenalicio está compuesto por 252 cardenales, de los cuales 135 son electores —tienen derecho a voto en el cónclave porque tienen menos de 80 años— y 117 son no electores —tienen 80 o más años—. Francisco ha nombrado a 108 de los que son electores, el 79% del total. Es decir, cuatro de cada cinco cardenales que elegirán al sucesor de Francisco habrán sido nombrados por él. El resto de electores los crearon Benedicto XVI (22) y Juan Pablo II (5). Parecen números propicios para la continuidad, pero los expertos advierten que sería un error suponer que todos los que fueron nombrados por Francisco compartirán su ideario. Inciden en que hay "grises" y que el cónclave estará "muy abierto".
El autor de Vaticangate es cauto con respecto a los papables. Da nombres, pero advierte de que el resultado final será resultado de equilibrios hoy imprevisibles. Entre los cardenales progresistas o moderados que podrían ser considerados afines a la línea de Francisco, estarían el jesuita Luis Antonio Gokim Tagle (Filipinas), Pietro Parolin, mano derecha de Francisco, que tiene la ventaja de ser italiano y que según algunos cálculos ya toca, y Peter Turkson (Ghana), que podría ser el primer papa africano. Luego hay una hilera de nombres: Matteo Zuppi, presidente de la Conferencia Episcopal de Italia y Arzobispo de Bolonia; y Christoph Schönborn, arzobispo de Viena. Entre los opuestos, el autor ve "opciones", aunque no parece que probables, para Robert Sarah (Guinea) y un segundo cardenal africano, Peter Turkson, al que le suma al conservador Wim Ejik (Malta). De entre los conservadores, el que más destaca es el nombre de Peter Erdö, primado de Hungría, presidente de la Conferencia Episcopal del país y afín al primer ministro Viktor Orban.
"Es difícil aventurar qué puede suceder, hay un número mayor de cardenales que tienen una visión parecida a Francisco, pero no vamos a tener otro papa como él", señala, por su parte, Escribano. "Cada uno tiene su forma de ejercer el pontificado, el papa Francisco ha dejado el proceso de la sinodalidad —el estilo particular que califica la vida y la misión de la Iglesia— abierto y tendrá que hacerse cargo el nuevo pontífice", prosigue la teóloga. Para Francisco, los pobres tenían que estar en el centro, al igual que las periferias, un modelo diferenciado al de sus antecesores y que también acabó con los privilegios de los cardenales. "Quien lo sustituya tendrá todo un legado del que hacerse cargo, la pregunta es en qué dirección", añade.
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En su ensayo, Lozano identifica tres "pesos pesados" dentro de la Iglesia en abierta campaña contra Francisco. El cardenal Raymond Leo Burke (EEUU) firmó junto a otros tres purpurados una carta exigiendo a Francisco una corrección sobre la posición favorable a que los divorciados vueltos a casar reciban los sacramentos. "Una rebeldía jamás vista", anota el periodista, que identifica a Burke como un activo muñidor contra el papa afín a las tesis de Donald Trump. Otro cardenal que está en ese frente es Timothy Dolan, puntal de los apoyos del trumpismo, que hace campaña para virar el rumbo de la Iglesia. En 2020 llegó a enviar a todos los cardenales del mundo el libro El próximo papa, de George Weigel.
Además de los estadounidenses, Robert Sarah (Guinea) es de todos estos cruzados contra el feminismo y la homosexualidad el más obsesivo. Defensor de la misa tridentina, viaja por el mundo invitado por foros ultraconservadores, donde expone su rechazo a la "deriva ideológica" de la Iglesia. Llegó a publicar un libro en el que cargaba contra la apertura del pontífice a la ordenación sacerdotal de hombres casados. Y Gerhard Ludwig Müller (Alemania), teólogo dogmático, reconoció que había un "frente de grupos" que lo querían como líder de "un movimiento contra el papa". Él afirma que no se prestó. Eso sí, cuestionó abiertamente sus posiciones. El arzobispo italiano Carlo Maria Viganò también desarrolló una incesante tarea contra el papa, que incluyó la difusión de acusaciones de encubrimiento de abusos sexuales. "¡Cuando es el primer papa que les ha puesto coto!", apunta Lozano.
La antipatía hacia Francisco por parte del trumpismo actúa como una señal entendida a la primera por la ultraderecha en todo el mundo, incluida la de base nacionalista y católica europea. Desde Vox a Alternativa para Alemania, desde Marine Le Pen a Matteo Salvini, los referentes de esta corriente han carecido de un aliado en Roma. España es, por su parte, el país de Europa donde la orientación de la Iglesia tiene unas características más inmovilistas", escribe Lozano, que también destaca el vigor del movimiento ultracatólico, donde destacan organizaciones como Hazte Oír. Fue elocuente cómo este movimiento arropó al cardenal Müller durante su visita a España en 2022, organizada por la Asociación Católica de Propagandistas. Francisco tampoco hizo demasiados amigos en el Opus Dei, prelatura que, por decisiones del pontífice, perdió poder en el Vaticano pero que mantiene intacto su espacio de poder e influencia en España.